La jícama es un tubérculo originario de México y Centroamérica, cultivada y consumida por diversas culturas precolombinas, su nombre en lengua náhuatl es “Xicamatl”, cuyo significado es raíz acuosa. Es una planta que llega a crecer hasta seis metros de largo y el fruto que consumimos crece debajo de la tierra, la parte exterior de la jícama tiene un parecido similar a un nabo y está cubierta de una delgada cascara color café, en la parte interior tiene un tono blanco y la textura crujiente similar a una papa cruda.
La siembra de la jícama comienza el mes de agosto, iniciando por la preparación de la tierra, esta debe estar situada en una zona con un rango de altura de 200 a 1,200 metros sobre el nivel del mar, a una temperatura de 30 a 35 grados centígrados.
La semilla tarda en germina de 8 a 10 días dependiendo de la variedad y las condiciones ambientales, al pasar los días emergerá el cotiledón de la jícama, es decir, unas pequeñas hojas que brotan de las plantas con flores, las cuales alimentaran la hortaliza por días.
Es una actividad importante ya que dará fuerza y vigor a la planta, esta se realiza cada cierto periodo puede ser de 15 a 20 días, donde se podan las hojas cloróticas o amarillentas, que presenten daños en tonalidades pardas por muerte celular o algún hongo. Al eliminar estas hojas se fomenta el desarrollo vegetativo y se desecha cualquier posible infección por esporas, bacterias o virus que puedan contaminar el tubérculo. La poda de flores de igual manera es importante, ya que ayuda a mejorar el rendimiento de la planta, para esto solo es necesario desflorar en 2 ocasiones desde el tallo de la misma.
Existen distintos factores que intervienen en la forma de irrigación y el tiempo entre cada uno, en Agricola Dofra se realiza el riego por aspersión para obtener un riego uniforme y generar un ahorro considerable de agua, dosificando la misma para obtener una buena precisión para de esta manera no afectar las plantas sometidas al riego, y como es homogénea su distribución, el riego de la vegetación por aspersión es total y se distribuye suavemente sobre toda el área deseada.
Con el paso del tiempo y los cuidados adecuados la planta llega a su etapa final en un periodo de 5 a 6 meses después de la siembra, esta es recolectada mediante un tractor cosechador que remueve la tierra extrayendo la jícama hacia la superficie para después ser recogida manualmente por los agricultores. Normalmente la cosecha se hace en forma escalonada, es decir, que se seleccionan las que ya se encuentran listas para su venta al mercado y las demás se dejan sembradas para que sigan su desarrollo. Después de ser extraídas del campo pueden permanecer almacenadas de 3 a 4 meses, conservando su sabor característico y sin sufrir daño.